Madrid. Se presentan en el Museo ICO dos exposiciones complementarias, que desde distintas ópticas documentan la arquitectura y el urbanismo de la última década en España.
Spain mon amour —presentada originalmente de forma más escueta en la reciente Bienal de Venecia— ofrece un recorrido por la última arquitectura a través de quince obras en quince ciudades diferentes, realizadas por cinco estudios y representadas por cinco fotógrafos, además de explicadas a los visitantes por estudiantes que sostienen maquetas, celebrando la calidad arquitectónica y a la vez transmitiendo las inquietudes y esperanzas de los más jóvenes miembros de una profesión en crisis.
Ruinas modernas es un inventario fotográfico de urbanizaciones abandonadas, realizado por la arquitecta alemana Julia Schulz-Dornburg, donde los residuos materiales de la especulación inmobiliaria se muestran en imágenes de hermética poesía, en dramático contraste con la publicidad azucarada de las promociones y el desatino territorial de la planificación, puesta de manifiesto en fotos aéreas y planos de conjunto que reflejan la desmesura de los desarrollos.
Las dos muestras simultáneas no pretenden contraponer las virtudes arquitectónicas y los vicios urbanísticos de la España del boom, porque en esta etapa el país produjo también obras disparatadas y planes ejemplares; tampoco desean enfatizar el contraste entre admirables edificios públicos y deplorables promociones privadas, porque durante estos años la iniciativa y el control público a menudo descarrilaron, mientras el sector privado levantó en ocasiones obras y conjuntos significativos; al cabo, lo que las exposiciones proponen es más bien una mirada reflexiva sobre los logros y las lacras de un tiempo acelerado y una hoguera económica que ha dejado tras de sí brasas y cenizas.