Madrid. Que si el Ecofin, que si el Eurogrupo, que si recomendaciones de la Comisión Europea, que si el BCE no quiere insuflarnos liquidez, que si el FMI dice esto o lo otro, informes de lo más dispares –unos, los más, dando por hecho el rescate–, y con esa prima, la de riesgo, a la que la mayoría de los españoles no tiene el gusto de conocer, y que lo único que sabe de ella es que no debe ser nada buena, pero sí lo suficientemente importante como para abrir un día sí y otro también los informativos. Este el panorama de datos y porcentajes vertiginosos en el se mueve desde hace semanas la economía española.
Todo un enjambre de datos para que, al final, sean Oliver Wyman y Roland Berger –y éstos quienes son, se pregunta más de uno– los que decidan, con su informe sobre la valoración de las carteras crediticias y los activos –todos, no solo los inmobiliarios–, si España debe o no ser intervenida y si, por tanto, se ve en la obligación de solicitar el rescate para cubrir el agujero de su sistema financiero. Y no hay más.
Así pues, solo toca esperar a que estas dos consultoras, contratadas por el Gobierno español pero elegidas por Bruselas, nos digan lo que se supone que tanto el Banco de España como las entidades financieras llevan ocultando durante años.
¿Y por dónde irán los tiros? Todo hace suponer que esos 65.000 millones de euros de pérdidas adicionales a los que suele referirse el ministro de Economía, Luis de Guindos, se van a quedar cortos –no sería la primera vez. Ahí están los avances iniciales que daba en el caso de Bankia– y que estaríamos en cantidades más cerca de 200.000 que de los 100.000 millones de euros.
La cuestión no resulta baladí. La cantidad a solicitar, en el caso más que probable de que sea necesario echar mano del fondo de rescate europeo, dependerá de la cantidad que finalmente Wyman&Berger establezcan. Como las ayudas del Estado español no podrán ser superiores a un tercio de esa cantidad, si el agujero fijado es de 100.000 millones, solo podrán salir del Estado unos 35.000 millones, con lo que serían 65.000 millones los que habría que pedir a esa temida ‘troika’ (BCE, FMI y Comisión Europea) a la que desgraciadamente ya conocen en Irlanda, Grecia y Portugal. Pero si el agujero alcanza los 200.000 millones todo se dobla. España podría aportar, si puede, 65.000 millones, pero el rescate externo se elevaría a 135.000 millones. Y así, sucesivamente.