Barcelona. Centrarse en el proceso de fusión de las siete cajas de ahorro y apostar por la eficiencia, la mejora de costes y la mejora de la rentabilidad, así como por ser cuidadosos con la morosidad y las provisiones, y sacar jugo de nuestras sinergias como entidad bancaria, es la hoja de ruta marcada para Bankia por su presidente, Rodrigo Rato. Así lo ha expresado durante la conferencia “El papel de Bankia en la reestructuración del sistema financiero”, en la ESADE de Barcelona. Un sistema financiero que, a juicio de Rato, sigue siendo todavía excesivo.
La exposición al ladrillo de la banca española, y la de Bankia en particular, así como el ansiado ‘banco malo’ acaparó buena parte de la conferencia. Al respecto, Rato cree que la banca española ha hecho un gran esfuerzo de saneamiento, lo que ha conllevado que, en estos momentos, se hayan cubierto prácticamente las pérdidas de entre el 56% y el 87% de los activos inmobiliarios de la banca. En este sentido, ha asegurado que “las previsiones que tenemos nos protegerán de nuevas caídas”, puesto que, confiando en la reforma financiera, cree que “nos llevará a ser más eficientes y más sólidos”.
No obstante, mostró su preocupación ante la diferencia entre los ritmos de recuperación de los distintos sectores. “El ciclo de aprovisionamiento del sector inmobiliario será muy largo y, en cambio, los ciclos de saneamiento bancario serán más cortos”. Según él, la cuestión es saber cómo financiarlo. Por este motivo, ha defendido la posibilidad de crear un instrumento (o un ‘banco malo’) para alinear y segregar los activos inmobiliarios. En este sentido, ha afirmado que, en cualquier caso, “hay que esperar a que el Gobierno tome una decisión en materia de legislación”.
Para salir de la crisis, el presidente de Bankia se quejó de la “restricción” que supone la pertenencia a la Unión Europea y la integración en una moneda única. Por ello, señaló que “no podemos olvidar que la solución europea es necesaria y que no es posible una solución española por sí sola. Esta pasa por la unión fiscal”. Un punto al que hay que llegar a través de un calendario de convergencia fiscal, para que los mercados vuelvan a creer en Europa y para que las políticas de ajustes tengan un rumbo definido.