Medio mundo se está volcando en poner una alfombra roja a los cerca de 100 millones de ciudadanos chinos que cada año salen de su país en viaje turístico, y a España apenas llegan 200.000. Si eligen Europa, cerca de dos millones se reparten entre Francia, Italia y Alemania.
Y no es porque no les guste España. Todo lo contrario. Los que vienen se van encantados de lo que aquí se les ofrece. Todos los tópicos habidos y por haber les maravillan, pero se necesita algo más para que ese objetivo de lograr que en 2020 un millón de chinos visite España. Además, y lo más interesante, son los que más gastan. Cerca de 350 euros por visitante cada día.
Además de mejorar las conexiones aéreas, ofrecer un modelo alternativo al “sol y playa” y resolver los obstáculos a los visados, las ciudades y regiones españolas que quieran conquistar al turista chino deben conocerlo mejor, adaptar a él su oferta y trabajar con sus agencias de viajes.
Si es cierto que hace años el turista chino gustaba de viajar en grupo, lo cierto es que hoy son legión los que organizan sus vacaciones a través de Internet para viajar solos, en pareja o en familia por lo que la promoción on line es una de las primeras batallas a librar que además se puede ganar gracias a las empresas españolas especializadas en comunicación para China.
Otro hándicap es el idioma. La mayoría de los chinos no habla ni español, ni tampoco inglés, solo chino mandarín, por lo que sería fundamental que el sector turístico español aprendiera esta lengua de la mano de las escuelas que ya han desarrollado en España un método específico para hispanohablantes rápido, seguro y eficaz.
Si se ha hecho en Baleares, donde todo el que quiera trabajar en el sector turístico necesita, si no hablar con fluidez, sí manejarse bien en alemán, también podría hacerse un esfuerzo en este sentido.
Y lo de tumbarse una semana en la playa o ponerse ciegos de alcohol, como suelen hacer muchos jóvenes europeos, tampoco va con los chinos. A ellos les gusta ver el mar, hacer unas cuantas fotos y marcharse porque lo que buscan es desconectar, pero haciendo cosas. Por eso la oferta debe ampliarse al mero asunto hostelero, con actividades culturales o deportivos de todo tipo y de manera permanente. Están dispuestos a gastar, pues que lo hagan a manos llenas en lo que demanden.