Madrid. Latinoamérica se está situando en el foco de los inversores internacionales, y a las empresas españolas y estadounidenses les han empezado a salir competidores de debajo de las piedras. Desde otros países europeos a los emergentes asiáticos, y sobre todo, el último en llegar, las monarquías árabes, como lo demuestra las buenas sensaciones percibidas en la recién cumbre celebrada en Lima.
El interés entre latinos y árabes es recíproco. De allí podrían los árabes importar buena parte de los 600.000 millones de dólares de productos y servicios que necesita cada año, sobre todo ese 5% en alimentos y materias primas. Y, por su parte, los petrodólares serían como un maná para abordar con garantías la mejora de la red energética, el segmento de hidrocarburos y potenciar la creciente actividad turística en Latinoamérica.
Para las sociedades directamente vinculadas a las familias que dirigen los destinos de las principales naciones del Golo Pérsico, países como México, Brasil, Panamá, Chile, Perú y Colombia son los más atractivos en sectores como los recursos naturales, terrenos agrícolas, inmobiliario, infraestructura, energía, comercio y servicios financieros.
Tampoco está de más recordar los 20 millones de latinoamericanos de origen árabe, el 35% de ellos en Brasil. Quizá sea este una de las razones por las que el gran coloso del Cono Sur, además de por el tamaño de su mercado y los eventos deportivos a celebrar entre 2014 y 2016 (Mundial de Fútbol y Juegos Olímpicos), va un paso por delante en cuanto a inversiones árabes en una Sudamérica, con ese crecimiento del 28% registrado el pasado año.
De momento, esa inversión árabe solo representa un 1% del total, pero a nadie se le escapa que ese porcentaje va a subir de manera exponencial en lo que queda de década, sobre todo en actividades comerciales, los hoteles de lujo y modernos complejos inmobiliarios. En esa toma de posiciones, el mayor fondo soberano del mundo posee inversiones inmobiliarias en Rio de Janeiro y ya cotiza en el mercado bursátil de São Paulo.
Para dar cobertura a esta mejora de las relaciones comerciales, Emirates Airlines ya vuela diariamente entre Dubai y São Paulo, y entidades financieras brasileñas como Banco Itaú y Banco do Brasil disponen de pequeñas oficinas de representación en Dubai.