La segunda edición del Barómetro de la Vivienda en España, elaborado por GAD3 y el CGATE, revela un dato alarmante: el 63 % de los menores de 30 años siente que las características de su vivienda agravan su sensación de soledad. Esta percepción no es aislada. La ubicación, el estado del inmueble o la falta de luz natural son factores que, según el estudio, afectan directamente al bienestar emocional. Además, 1 de cada 4 jóvenes declara haber sufrido ansiedad buscando vivienda, y casi 1 de cada 5, episodios depresivos vinculados a su situación residencial.
En un contexto de emancipación tardía y dependencia familiar, la vivienda trasciende su dimensión física para convertirse en una cuestión de salud pública. El informe exige políticas que consideren el impacto emocional del entorno residencial y llama al sector a construir con criterios de accesibilidad, comunidad y bienestar psicológico.
Entradas relacionadas:
- El Clúster propone un método único para medir la calidad del aire en viviendas
- España lidera la preocupación global por la vivienda como desafío social
En el marco del Salón de la Construcción – Construmat, que se celebra en Barcelona, se ha presentado la segunda edición del Barómetro de la Vivienda en España, un estudio elaborado por GAD3 junto al Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE).
El estudio revela que el 50% de quienes experimentan soledad no deseada con frecuencia consideran que su hogar agrava esa sensación, un dato que se dispara hasta el 63% entre los menores de 30 años. Esta relación entre vivienda y salud mental es aún más alarmante si se consideran los datos de ansiedad o estrés (24%) y depresión (19%) vinculados directamente con la situación residencial.
“La vivienda no puede ser solo un refugio físico. Hoy, es también un factor determinante en la salud mental, especialmente de los más jóvenes. Necesitamos construir pensando en comunidad, accesibilidad y bienestar emocional”, ha subrayado Alfredo Sanz, presidente del CGATE.
Además, más del 60% de quienes sufren soledad frecuente afirma que esta afecta negativamente a su bienestar emocional. Entre los factores vinculados a la vivienda que más inciden en esta percepción destacan la ubicación (28%), el estado de conservación del inmueble (23%), la falta de privacidad (20%), la falta de luz natural (19%) y el tamaño reducido de la vivienda (17%).
Emancipación tardía y dependencia familiar:
El Barómetro pone de manifiesto las dificultades que enfrentan los jóvenes para emanciparse. El 30% de los menores de 35 años aún vive con sus familias, cifra que asciende al 40% en los menores de 30 años. Solo 1 de cada 3 jóvenes ha accedido a una vivienda en propiedad, y poco más del 25% vive de alquiler.
El apoyo familiar continúa siendo clave: más de un tercio de los menores de 35 años que viven de alquiler han necesitado ayuda de sus padres, porcentaje que se mantiene en el 28% para quienes compraron una vivienda, y que alcanza el 38% entre los menores de 30 años.
“Estos datos muestran una falta de autonomía que debería encender todas las alarmas”, ha advertido Narciso Michavila, presidente de GAD3.
“El estudio demuestra que la vivienda tiene una dimensión social profunda. Si no se garantiza el acceso digno y adecuado, lo que está en juego es mucho más que el confort: es la salud emocional de toda una generación”, ha añadido.
Un reto urgente para las administraciones y para el sector
En este contexto, el estudio, basado en 1.257 entrevistas a nivel nacional, será entregada a las administraciones públicas con el objetivo de impulsar políticas habitacionales que integren una perspectiva emocional y social. Desde el CGATE se insta a que tanto las administraciones públicas como los agentes del sector impulsen soluciones para solucionar el grave problema de la escasez de vivienda. “Es urgente que nos pongamos manos a la obra y seamos capaces de construir entornos habitables que favorezcan el bienestar psicológico y el desarrollo personal de los ciudadanos y, especialmente, de los más jóvenes”, ha finalizado Sanz.