Lo de la operación Mahou-Calderón sigue dando qué hablar. Desde el Ayuntamiento de Madrid, la constructora FCC y el Atlético de Madrid siguen con sus planes como si tal cosa, pero los tribunales de justicia siguen empecinados en enmendar la plana, y poner en entredicho el proyecto previsto de construir el nuevo estadio del equipo rojiblanco en La Peineta, y que FCC, a cambio, reciba los solares de la fábrica de Mahou y el estadio Vicente Calderón para levantar 10 rascacielos para 2.000 viviendas.
Lo acaba de volver a poner en entredicho el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, reiterando que, de acuerdo con la ley de Suelo de la Comunidad de Madrid, no se pueden construir más de cuatro alturas.
Algunos, ante la tozudez judicial, ya están incluso echando números. Si no se pueden construir las 10 torres, cómo podemos distribuir los 176.000 metros cuadrados edificables. Los más brutos incluso ya han echado números para llegar a la conclusión de que se podían construir unos 70 de 25 pisos cada uno. Y todo cuadrado. Resultaría inviable por una razón muy sencilla. No hay espacio suficiente.
Así que, puestos a buscar otra solución, el asunto se enreda de mala manera. Si no se pueden hacer las torres y tampoco esos 70 bloques, no queda otra que reducir de manera notable los 176.000 metros cuadrados.
Se podrían, eso sí, mantener los 10 bloques ahora contemplados, pero claro, al no poder levantar más de cuatro plantas, cada uno de ellos, tirando por lo alto , no podría tener más de 25 pisos. Unos 3.000 metros edificables que, multiplicados por diez, nos darían unos 30.000 metros. Ni siquiera el 20% de lo ahora previsto.
Imagínense el papelón para la constructora FCC. Si ya no le cuadran las cifras con el esquema actual, que le obligaría a vender los 2.000 pisos por unos 4.000 euros el metro cuadrado para cubrir los no menos de 500 millones comprometidos en reconstruir La Peineta, soterrar la M-30 y edificar esas viviendas, imagínense como quedarían los números si solo se pueden construir 300 pisos.
Esto es lo que hay. O los tribunales dan su brazo a torcer o el proyecto tiene pinta de embarrancar de manera definitiva, para regocijo de la mayoría de socios y aficionados colchoneros que nunca han querido que el Vicente Calderón deje de ser su estadio de toda la vida.