Hace un mes se dio por hecho que el magnate chino Wang Jianlin había comprado al Banco Santander el Edificio España, en plena plaza de España de Madrid, por unos 260 millones de euros, pero la operación no llegó a cerrarse.
Cuando le explicaron al empresario chino que en el edificio no se podría hace cualquier cosa, que no se podría tirar todo lo que se le antojara, porque pesa una protección sobre muchos elementos del interior del inmueble, se lo pensó dos veces. Así que, deprisa y corriendo, como ocurrió con la operación Canalejas, se han activado todos los resortes para que esa protección se suavice, y quede reducida a la mínima expresión.
Entonces, voces acreditadas, con numerosos arquitectos, llegaron a firmar un manifiesto para denunciar que los dos edificios incluidos en la Operación Canalejas, que contaban con la consideración de Bien de Interés Cultural (BIC), quedan desprotegidos y susceptibles de ser modificados en su interior.
No les hicieron mucho caso. El Consejo Regional de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid anuló los valores de protección, y ambos edificios se quedaron sin blindaje excepto en la fachada y la primera crujía, con lo que varios elementos arquitectónicos, como las escaleras, los revestimientos las decoraciones, los patios y las cristaleras, quedaban a merced de los nuevos promotores.
Todo apunta a que con el Edificio España va a suceder algo parecido para que el magnate chino desembolse cerca de 260 millones e invierta otros 50 o 60 en remodelar el inmueble a su antojo. Está por ver el grado de reducción que se produce sobre el nivel de protección por parte de la Comisión de Patrimonio de la Comunidad de Madrid.
Algunos ya se han aventurado a decir que podría llevarse a cabo una disminución brutal del grado de protección, llegando a replantearse incluso la demolición de la estructura de hormigón, de cara a facilitar los trabajos de remodelación desde el interior del edificio.
Solo así, Jianlin acabaría abonando al Santander esos 260 millones de euros apalabrados, y posteriormente acometer el proyecto que tiene entre manos, el de convertir el edificio, de 25 plantas y 117 metros de altura, en un gran centro comercial y de oficinas. Es un edificio que destaca en la plaza de España por su gran simetría de fachada, superado en altura por la torre de Madrid. Posee 65.000 metros cuadrados, un servicio de 29 ascensores que fue récord en la época de los años cincuenta.