Madrid. Qué manera de negar la evidencia y lanzar balones fuera, la de FCC respecto a la quiebra de Alpine, su filial austriaca. Como se puede decir, como señala la constructora presidida por Esther Alcocer Koplowitz desde principios de año, que “el concurso voluntario no afecta de manera sensible a los objetivos del Plan Estratégico en curso, cuyos ejes son incrementar la generación de caja de las operaciones, mejorar sus márgenes y reducir el endeudamiento. FCC mantiene los objetivos de generación de caja, Ebitda y deuda neta en el horizonte del plan”.
No se lo cree nadie. Lo pinten como lo pinten una deuda financiera de 625 millones de euros (el 8% del total del grupo) que, en principio, no se puede pagar a la vista de la negativa de los bancos acreedores a posibilitar un nuevo acuerdo de refinanciación, tiene que afectar y mucho. De momento, serían casi 300 millones de euros los que FCC perdería en las cuentas consolidadas de 2013 tras provisionar la totalidad del valor de los activos de Alpine.
De hecho, el argumento utilizado ahora, una vez conocida la entrada en concurso de Alpine, entra en contradicción con lo que, respecto a esta filial, se recogía hace tres meses en el nuevo plan estratégico del grupo, cuando uno de los puntos clave pasaba por un repliegue a sus mercados domésticos y una mejora de la eficiencia de sus actividades mediante una mejor selección de proyectos y un ajuste de su estructura, así como la desinversión en activos no estratégicos.
La entrada en concurso de Alpine viene a desmentir lo que hasta ahora venían comentando en FCC, respecto a que la propuesta de reestructuración planteada por la empresa tenía sentido al contar con el visto bueno de los mayores bancos acreedores.
El plan propuesto por la constructora europea pasaba porque todas las partes aportaran lo suyo. Por un parte, los bancos acreedores deberían asumir una quita de su deuda y FCC, por la suya, realizar una aportación de capital. Mientras que Alpine se comprometía a contribuir con los fondos que obtenga de vender activos, entre ellos su filial de energía.
No ha sido el único contratiempo de FCC en las últimas horas. No uno sino dos expedientes de regulación de empleo (ERE) sobre otra de sus filiales, Cementos Portland, se acaban de presentar para reducir su plantilla en España en un 42,5%, de 1.280 a 735 trabajadores. Más de medio millar de empleados que se unirán, si prosperan los expedientes, a los 590 que salieron de la empresa en 2012.