Madrid. Era esperable, el modelo del Banco Malo, dibujado por el estado para las entidades bancarias intervenidas, podía ser repetido por entidades no intervenidas y así ha ocurrido. Y el Banco Popular ha anunciado la creación de un banco malo como destinatario de sus activos tóxicos.
El trasferir activos tóxicos (inmobiliarios o no) a otro, perder en el cambio, asumir pérdidas iniciales, ampliar el capital con la incorporación de nuevos socios es un camino aceptable para aquellas entidades que puedan hacerlo y que quieran asumir el trance.
Muchos son los aspectos de esa transferencia de activos pero a mí me interesa aquí uno sólo: la situación de competencia inmobiliaria una vez -hablan de seis meses- que el banco malo del Popular esté ya operativo. Lo que se nos dice es que: "se mantendrán abiertos todos los canales de venta de inmuebles (API, brókeres, sucursales, internet…), pero dejó entrever que "se crearán macrosucursales para hacerse cargo de los adjudicados, de forma que las oficinas estándar se centren en tareas comerciales".
Así que es probable que ocurra esto:
a) Aparecerán sucursales especiales -con el nombre de ese banco malo- que actuarán de cabecera en la distribución y control de todos los activos tóxicos, al margen de las oficinas propias de las funciones estrictamente bancarias con el nombre del Popular. Juntos pero no revueltos. Intuyo que con marcas distintas pues de lo contrario su navegar quedará perjudicado. (Pues casi siempre la Disonancia Perceptiva de los futuros clientes es igual a peores resultados.)
b) Se mantendrán todos los canales de comercialización abiertos actualmente. Incluso cabe pensar en una intensificación y/o racionalización de los mismos.
c) Asumidas las pérdidas por el Banco Popular los precios de venta de los inmuebles adjudicados por parte de su banco malo gozarán de una segura flexibilidad a la baja, especialmente en los activos de peor calidad.
d) La financiación de las compras alcanzarán cotas de cantidad de financiación, coste y duración, sólo igualables por sus competidores bancarios y nunca por el resto de la competencia del mercado (promotores y propietarios particulares).
e) La Dirección de Ventas de todo este proyecto será especialmente estricta. El banco malo tendrá que tener beneficios a medio y largo plazo, así que no cabe esperar ningún tipo de relajación en la acción comercial.
f) Ese banco malo del Popular no estará sólo mucho tiempo, ya que cundirá su ejemplo.
En definitiva, que una vez puesto en marcha ese banco malo -el Banco Malo estatal y los otros "malos" que además puedan surgir del resto de entidades bancarias no intervenidas- los competidores individuales -los agentes inmobiliarios de todas clases, por ejemplo, o los particulares que quieran vender su inmueble o los promotores en igual situación- van a tener que competir en la pecera inmobiliaria con otros cuantos depredadores formidables.
Así que aviso para nadadores encantados o desencantados con su actual posición: próximamente, el entorno competitivo de la comercialización de inmuebles en España va a incrementar su ferocidad.