Madrid. Tras el fin de semana en el que La Caixa ha ultimado su oferta de algo más de 1.000 millones para hacerse con Banca Cívica, el resto de entidades financieras afronta esta semana el reto de comunicar al Banco de España sus planes para hacer efectivo el saneamiento de los activos inmobiliarios que cada una de ellas debe abordar para cumplir con el Real Decreto aprobado por el Gobierno el pasado mes de febrero.
BBVA ya se quedó con Unnim, ahora La Caixa con Cívica. Con anterioridad el Popular adquirió el Pastor y el Banco Sabadell hizo lo propia con la intervenida Caja del Mediterráneo. Pero los movimientos no han hecho sino empezar y esta semana se pueden empezar a vislumbrar qué próximas parejas o tríos podrían formarse. De los grandes, el Santander, a través de Banesto, está analizando los balances de CatalunyaCaixa.
Esta parte de la intención del Gobierno de que el sistema financiero español se quede reducido a una decena de entidades no alberga muchas dudas de que vaya a darse. La otra, mucho más importante para dejar entrever un mínimo atisbo de recuperación futura de la economía, resulta mucho más incierta. El cuento de la lechera de que con las fusiones se podrían reducir, en gran medida, los activos inmobiliarios, y de que, a partir de aquí, las entidades tendrían que volver a meter crédito en el sistema productivo nacional, está muy lejos de que tenga un final feliz.
Y es que las entidades ya han hecho los cálculos, que pasan por decir, vale, nosotros, afrontamos las provisiones adicionales y el ‘buffer’ de capital, pero eso no quiere decir que muchos de esos activos, los mejores de las principales capitales, se vayan a vender por ese precio y con esas pérdidas. Las provisiones no son pérdidas hasta que el activo no se vende. Por ello, no son pocos los suelos y promociones a medio terminar que no se van a vender con esas pérdidas, ni mucho menos. Se esperará lo que haya que esperar para sacarlas al mercado y tratar de obtener por ellos un precio superior al alcanzado con las provisiones.
Y luego está el caso contrario. El de esos otros activos que las entidades sí están dispuestas a vender con las pérdidas que sean, pero que ni así son capaces de que la demanda las compre. Hablamos de viviendas perdidas en municipios de pequeño tamaño, lejos de toda zona de actividad económica, y que nadie quiere. Basta ver el listado de las 49 viviendas nuevas más baratas por menos de 50.000 euros –muchas de ellas en manos de entidades financieras– que ha publicado el portal idealista.com, para comprobar esta circunstancia. Viviendas, en algún caso, con precios aparentemente irrisorios de tan solo 25.000 euros que no logran tener salida.