Madrd. El presidente de Inditex, Amancio Ortega, sigue intentando cazar en río revuelto. Tras reducir la capitalización de Keblar y Alazán –dos de sus tres sociedades de inversión inmobiliaria, las conocidas Sicav– de 1.200 millones de euros a poco más de 160 en los tres últimos años, finalmente ha decidido finalmente su reconversión para seguir operando como sociedades anónimas.
“Todo ello como consecuencia de su voluntad de tener una total disponibilidad de los fondos para acometer otras inversiones, especialmente en el sector inmobiliario”, según recogen sendos comunicados enviados a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) por BBVA Patrimonios y Banif Gestión, las gestoras de ambas sociedades.
La operación supone la posibilidad de contar con una liquidez inmediata para afrontar nuevas inversiones en el mercado inmobiliario, sobre todo en la compra de sucursales bancarias bien situadas en las mejores capitales. Lo hizo a finales de 2007, cuando pagó al Grupo Santander 500 millones de euros por sus edificios históricos, lo repitió en 2008 al comprar 40 inmuebles a Caixa Galicia por 250 millones de euros, y lo acaba de hacer la semana pasada con cinco sucursales de Banco Sabadell valoradas en 55 millones de euros.
Ahora, según algunas fuentes, el objetivo inmediato serían media docena de sucursales del BBVA, en La Coruña, Sevilla, Vigo y Palma de Mallorca, por las que se pagaría un precio situado en torno a los 100 millones de euros, en una operación, como ocurrió en los anteriores casos, bajo la fórmula de sale & leaseback, de venta con permanencia del vendedor en los inmuebles.