Estados Unidos. La crisis de las hipotecas ‘subprime’ en Estados Unidos sigue coleando. Ahora, la Justicia estadounidense acaba de descubrir una estafa relacionada con el embargo de las casas a los propietarios que no pudieron hacer frente a las deudas. Una investigación llevada a cabo por fiscales de todos los Estados ha confirmado que empresas próximas a las entidades financieras han obtenido cuantiosas ganancias con la falsificación de las firmas de los deudores, documento necesario para tramitar los embargos.
La denuncia, y sobre todo la sentencia de un juez de Long Island (Nueva York), de quitar el derecho a una entidad de embargar una casa, ha forzado a las principales entidades, como el Bank of America o JPMorgan Chase, a declarar una moratoria sobre los embargos para realizar auditorías internas para determinar las irregularidades cometidas en los embargos a propietarios morosos. La decisión del juez, además de retirar el derecho a embargar, ha procedido a anular la deuda hipotecaria de 292.500 dólares contraída por la familia y declararla propietaria definitiva de su casa.
La decisión del juez Spinner ha disparado el debate en Estados Unidos acerca de si era correcto proteger a una familia ahogada por las deudas o si se estaba vulnerando un derecho elemental como la propiedad privada. Para los casi 5 millones de viviendas en proceso de embargo el fallo de la Justicia abre una ventana por donde tratar de escapar de un mecanismo hasta ahora implacable, a pesar de los vicios del sistema.
El prestigioso diario The Washington Post ha criticado con dureza estas prácticas fraudulentas. “Para algunos, todo esto recuerda lo sucedido en Rusia, donde la ley fue utilizada como mecanismo legal para reemplazar a un grupo por otro. Los jueces fueron comprados, los documentos falsificados y el proceso avanzó sin estridencias. En EE.UU., la venalidad se ubica en un nivel más alto. No son los jueces en particular quienes son comprados, sino las leyes mismas, a través de las contribuciones de campaña y los grupos de presión, lo que se conoce como corrupción al estilo americano”, recoge en un editorial.