Madrid. Como ya hiciera con Astroc, el empresario valenciano Enrique Bañuelos ha vuelto de nuevo para, a caballo entre Sao Paulo y Londres, intentar convencer a empresarios españoles para que inviertan en los proyectos inmobiliarios que tiene en marcha en Brasil.
Veremonte, el holding con el que ahora opera, ya ha abierto oficina en un emblemático edificio del madrileño paseo de la Castellana, al frente de la que ha colocado a Ignacio Bonilla, Emilio Adán y Antonio Jaramillo, hombres de confianza de su pasado inmobiliario en España.
Tras su atropellada salida de España, Bañuelos ha conseguido, en apenas tres años, convertirse en primer accionista individual de PDG Realty, primera inmobiliaria cotizada brasileña, controlar Madea, una firma agroindustrial que ha fusionado para crear el líder en biodiesel del país, y promover hoteles para la cadena Accor y una ciudad sanitaria en Sao Paulo.
También se le atribuye una participación relevante sobre la operación que Natra ha cerrado en Brasil con su participada Natraceutical, compañía presidida por Xavier Adserá, amigo personal del fundador de Astroc, al que ayudó a sacarla a bolsa desde la firma catalana Riva y García, u otras alianzas que no fructificaron, como la propuesta de Legalitas para implantarse en Brasil.
En España no ha vuelto a invertir, ni siquiera en el actual entorno de crisis, con precios y oportunidades de inversión para compradores con capital. Algún activo, como el Banco Sabadell, donde fue accionista (4%), ha tocado precios mínimos desde 2003, por debajo de los 2 euros, lo que hubiera sido una buena oportunidad para volver a un banco del que tuvo que salir por la puerta de atrás, aunque con importantes plusvalías.