Madrid. Lo de la reestructuración del sistema financiero español se está convirtiendo en un verdadero maná para consultoras, auditoras y todo tipo de sociedades de gestión de activos que se precien.
Y todo por culpa de una Unión Europea que no se fía para nada de que los organismos españoles sean capaces de arrojar un mínimo de solvencia, entre otras cosas porque, en buena medida, la actitud demostrada por algunos de esos organismos durante los años de gestación de esta crisis en la que estamos inmersos dejó mucho que desear.
Ahora, es el banco malo el que centra todas las miradas. A principios de agosto se conocía que el Ministerio de Economía, a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), ha contratado a Álvarez & Marsal para diseñar y gestionar ese banco malo. Ahora, Europa exige también la contratación de otra entidad para que controle las posteriores ventas de los activos que realice el banco malo.
En teoría es el FROB, o sea el Ministerio, el que hace y deshace en todo este asunto, pero a la hora de la verdad va a contar a su alrededor con un montón de personal que va a mirar con lupa todos y cada uno de los movimientos que realice en los próximos años con esos activos inmobiliarios que lleguen a la nueva sociedad procedentes de los balances de las entidades financieras.
El trabajo concreto de esta nueva entidad no se conocerá con exactitud hasta que el BOE publique el Real Decreto del Gobierno que apruebe la constitución de esta sociedad de gestión de activos, el banco malo para entendernos. Su papel entroncaría con llevar al día la situación en la que se encuentra cada uno de los activos que lleguen a esa sociedad, como el estado en que se encuentra. En construcción o no si hablamos de un edificio residencial, si es urbano o urbanizable al tratarse de suelo y otras cuestiones técnicas y de valoración.