Madrid. No suelen ser críticas altisonantes las que se lancen contra el predecesor en el cargo, y menos en un puesto tan relevante como el de Gobernador del Banco de España, pero el nuevo ocupante del puesto, Luis María Linde, no ha tenido el menor reparo en criticar la actuación de Miguel Ángel Fernández Ordóñez respecto al tratamiento que durante su mandato se dio a la burbuja inmobiliaria.
La euforia de la burbuja inmobiliaria llevó a no ver o no querer ver los riesgos acumulados antes de la crisis, y se actuó “con poca decisión” y “de forma inadecuada”. Además, el supervisor debería haber sido aún más heterodoxo sobre su capacidad regulatoria para mitigar la vulnerabilidad del sector financiero. Son reflexiones a vuela pluma lanzadas por Linde durante su primera comparecencia ante la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados.
Su paso por la Cámara Baja le sirvió al nuevo Gobernador para dejar sobre la mesa algo que se da por descontado tras el rescate financiero aprobado por la Unión Europea. Que las entidades españolas que no pudieran demostrar su viabilidad, sin pulso suficiente para asegurar su futuro, deberían afrontar un proceso de resolución o liquidación ordenada, en un momento en el que el sector financiero español está bajo tutela de las autoridades europeas.
Sobre la crisis del euro, que se está cebando especialmente sobre la prima de riesgo de la deuda soberana española –de hecho, y a pesar del menor interés pagado hoy en la subasta del Tesoro, la prima vuelve a superar los 560 puntos y el bono a diez años roza otra vez el 7%–, Linde cree que el entramado de construcción europea tiene fisuras e incontinencias, lamentando, a renglón seguido, las dificultades políticas para solventar estas circunstancias.
También ha querido dejar claro que los tres apoyos sobre los que debe asentarse la política económica son un proceso ambicioso de consolidación fiscal y ahorro público, el avance de un conjunto de reformas, y el saneamiento del sistema bancario y su regulación.