La tradicional imagen del casco viejo de Bilbao, con un sinfín de bares y tabernas que hacen las delicias de los cientos de miles de personas que visitan la capital vizcaína en busca de sus suculentos pinchos, no va a cambiar, pero el Ayuntamiento ha dicho basta a la proliferación creciente de estos establecimientos.
Por ello, ha aprobado la suspensión durante un año de la concesión de nuevas licencias. Lo hace de cara a actualizar la normativa urbanística, que se prevé acometer con la rehabilitación del histórico ámbito, de cara a buscar un mayor equilibrio en la implantación de nuevas actividades económicas y para favorecer una mejor convivencia de usos, combinando los valores culturales, comerciales, residenciales y turísticos. La idea es que no solo los bares tengan cabida en las calles del casco viejo.
La decisión se ha tomado tras analizar el proceso de implantación de las actividades que configuran el paisaje urbano cotidiano de las calles del Casco Viejo, así como la evolución experimentada en el entorno socio-urbanístico del mismo en los últimos años, que ha supuesto una importante transformación del núcleo histórico de la ciudad y de la utilización del espacio público en el mismo, especialmente por el proceso desregulatorio impuesto por las directivas comunitarias.
Identificado como un potente sector comercial, especialmente centrado en actividades de comercio minorista de textil y calzado, el Casco Viejo ha experimentado, de acuerdo con los análisis realizados por Bilbao Ekintza y Surbisa, una evolución desigual, con un notable incremento del peso de la hostelería unido a una pérdida de establecimientos minoristas.
Los números no dejan lugar a dudas. Entre 2008 y 2015 se ha producido un crecimiento de 36 locales de hostelería, que representan un incremento del 15,2% sobre el número de establecimientos existentes al comienzo de la crisis, mientras que la pérdida de establecimientos de comercio minorista (reduciendo su número en 79 locales) ha sido de un 11,3%, triplicando el efecto experimentado en el conjunto de la ciudad.
De la misma forma, si la evolución del peso de los establecimientos de la hostelería en toda la ciudad con respecto al conjunto de la actividad comercial se ha mantenido entre 2008 y 2015 en parámetros muy similares, pasando del 30,34% al 30,54%; en el Casco Viejo la hostelería se ha posicionado como el sector con más peso, sufriendo un incremento del 25,24% al 30,47% actual, mientras que el subsector textil-calzado, históricamente el más importante, ha sido relegado a un segundo puesto.
Los datos analizados dibujan una evolución hacia un cambio de modelo de los usos urbanos del Casco Viejo que entraría contradicción con los objetivos perseguidos por el Plan Especial de Rehabilitación vigente, que recoge la importancia de la zona como centro comercial y contempla la actividad económica como un elemento fundamental en la dinamización de la zona.