Hay muchos factores que han provocado este descenso en la compra de vivienda por parte de los jóvenes actualmente. En primer lugar, la brecha salarial entre hombres y mujeres ha aumentado, lo que hace más difícil que las parejas jóvenes ahorren suficiente dinero para el pago inicial. En segundo lugar, el precio de la vivienda ha aumentado a un ritmo más rápido que los salarios, lo que hace que los jóvenes tengan dificultades para permitirse la casa de sus sueños. Por último, los bancos se han vuelto mucho más estrictos con sus criterios de préstamo, lo que significa que ahora es más difícil que nunca conseguir que se apruebe una hipoteca.
Todos estos factores dificultan mucho el acceso de los jóvenes a la vivienda en propiedad, aunque tengan un trabajo estable y algunos ahorros. De hecho, según la última Encuesta Financiera Familiar del Banco de España, la edad media a la que los españoles consiguen comprar su primera vivienda ha aumentado considerablemente en los últimos años, situándose ahora en torno a los 35 años.
Existen diversos programas e iniciativas que tratan de ayudar a los jóvenes a acceder a la vivienda en propiedad, pero no son suficientes. Además, estas iniciativas suelen estar al alcance de un número limitado de personas y no resuelven el problema en profundidad. Lo que se necesita es un cambio profundo en el mercado de la vivienda. Esto requiere, entre otras cosas, un aumento de la inversión en vivienda social y condiciones de financiación más flexibles para los jóvenes
Tampoco ayuda el entorno económico. La caída de los salarios, el aumento del paro y la precariedad laboral hacen que muchos jóvenes tengan dificultades para ahorrar el dinero suficiente para comprar una casa o un piso. Por otra parte, en España el precio de la vivienda no ha dejado de aumentar en los últimos años, mientras que los salarios no han seguido el mismo ritmo. Como resultado, muchos jóvenes no pueden permitirse comprar una vivienda aunque puedan obtener una hipoteca de un banco.
La situación actual es especialmente difícil para los jóvenes que acaban de empezar su carrera. Suelen tener bajos ingresos y, muchas veces, un alto nivel de endeudamiento o ningún ahorro. El estudio del Banco de España referido a 2020 muestra que en los nueve años que median entre finales de 2011 y finales de 2020, la tasa de propiedad de los hogares más jóvenes cayó 33 puntos porcentuales, y pasó del 69,3% al 36,1%.
Otro factor importante que ha influido en la reducción de la vivienda en propiedad entre los jóvenes es la gran incertidumbre sobre sus ingresos futuros. En el actual contexto de crisis económica, muchos jóvenes temen perder su empleo o no poder encontrar uno que cumpla sus expectativas. Esto les ha hecho ser mucho más cautos a la hora de tomar una decisión tan importante como la de comprar una vivienda.
Por último, otro elemento que ha contribuido a la reducción de la compra de vivienda entre los jóvenes es la eliminación de ciertas ventajas fiscales para la compra de la primera vivienda. Estas medidas han dificultado aún más el acceso de los jóvenes a la vivienda en propiedad.
Las dificultades que encuentran los jóvenes para acceder a la propiedad de la vivienda pueden tener una serie de consecuencias para ellos en el futuro. En primer lugar, es probable que les resulte más difícil independizarse de sus padres y crear sus propios hogares. Esto podría repercutir en su capacidad para establecer relaciones y formar sus propias familias. Además, podría provocar un aumento de los conflictos intergeneracionales, ya que los padres sienten que se les pide que mantengan a sus hijos hasta la edad adulta. En segundo lugar, es probable que tenga un impacto en la seguridad financiera de los jóvenes en su vida posterior. Sin acceso a la propiedad de la vivienda, es probable que los jóvenes dependan más del alquiler, que puede ser caro e inseguro. Esto podría dejarlos vulnerables a las dificultades financieras en la jubilación. Por último, las dificultades que tienen los jóvenes para acceder a la propiedad de la vivienda podrían tener implicaciones para la movilidad social. Si los jóvenes no pueden acceder a la vivienda en propiedad, pueden tener más dificultades para ascender en la escala socioeconómica. Esto podría conducir a un aumento de la desigualdad y la fragmentación social.
Todas estas consecuencias deberían preocupar a los responsables políticos y a la sociedad en su conjunto. Es esencial que encontremos formas de ayudar a los jóvenes a acceder a la propiedad de la vivienda, para que puedan disfrutar de una buena calidad de vida en la edad adulta.