Los datos del INE, correspondientes al mes de septiembre, muestran un mercado inmobiliario en fase de normalización tras el periodo inicial de confinamiento. Unos datos que hay que valorar en el contexto de estabilización que venía mostrando el sector antes de la crisis del COVID y en un mes irregular de por sí para las compraventas. La progresiva desaceleración de la demanda, ante un contexto económico de incertidumbre, está provocando una ampliación del tiempo medio de venta de los inmuebles y se aprecian ya reajustes de precios, en torno al 5%. También, en el ámbito de la financiación, estamos observando una mayor dificultad para acceder a la concesión de los préstamos, lo que parece anticipar una postura más defensiva de la banca ante el riesgo de incremento de los índices de morosidad como consecuencia de una ralentización de la economía por la pandemia.
Como venimos advirtiendo en los últimos meses, el desarrollo del último trimestre, con una situación sanitaria y económica complicada, será clave para cuantificar y valorar los efectos de la pandemia en las compraventas. Desde la Federación Nacional de Asociaciones Inmobiliarias (FAI), seguimos afirmando que se necesitan políticas activas en materia de vivienda, que pasan por incentivos y bonificaciones fiscales, que consigan facilitar el acceso a la vivienda, tanto en compra como en alquiler. El sector inmobiliario y derivados, por su fuerte repercusión en el PIB, que cerró el tercer trimestre con un crecimiento del 16,7%, pero que en tasa interanual se contrajo un contrajo un 8,7%, necesitará ayudas y políticas eficaces en el corto plazo para ser parte de la solución y no del problema.
Aparte del comportamiento de las transacciones inmobiliarias, que muestran los datos del Instituto Nacional de Estadística, la complejidad también se está dejando ver en el mercado del alquiler, donde las rentas están tendiendo a la baja, en porcentaje no inferior al 10%, en los centros urbanos de las principales ciudades o centros productivos como Madrid o Barcelona, como consecuencia del descenso de la demanda y aumento de la oferta de alquiler de vivienda habitual en detrimento del vacacional o de temporada.