Realmente empieza a cansar, y no poco, la cantidad de informes y previsiones –todos ellos interesados bajo el prisma objetivo que se tercie– acerca de lo que va a pasar en el futuro con el sector inmobiliario.
Todavía recuerdo cómo hace tres años, en unas jornadas celebradas en el Salón Inmobiliario de Madrid, se presentaba, con todo lujo de detalles, un sesudo informe acerca de que ya estaba todo ajustado, que la demanda estaba empezando a tirar y que, incluso, en algunas zonas ya se estaban percibiendo subidas de precios.
Visto lo sucedido desde entonces, resulta evidente que los autores de aquellos informes deberían no volver nunca más a referirse a este tema, y dedicarse a otra cosa, y dejar de tergiversar la realidad. No caerá esa breva.
Vemos cómo un día sí y otro también, los datos oficiales de unos y los particulares de otros se concatenan ofreciendo un panorama que no ayuda nada a saber qué es lo que realmente está pasando, con conclusiones a las que llegan unos totalmente diferentes a las que llegan otros. Pero da igual. Seguiremos así per secula seculorum.
No hace falta remontarse muy atrás. Ayer mismo, veíamos como el Instituto Nacional del Estadística (INE) hacía públicos los datos relativos al número de hipotecas nuevas constituidas el pasado mes de noviembre para comprar una vivienda, acumulando una nueva reducción, en este esta ocasión del 27% interanual, sumando con ellos tres años y medio de descensos ininterrumpidos.
Pues bien, unos minutos después salía la tasadora Tinsa para decirnos que estaba percibiendo una mejora en la concesión de crédito. Y no se quedaba aquí. Llegaba a la conclusión de que, como consecuencia de este cambio de tendencia, en cuatro años se habría liquidado todo el stock de viviendas por vender, según ellos ya tan solo de 400.000 unidades.
Una cifra que es prácticamente la mitad de la que hace apenas un mes ponía sobre la mesa un informe de Bankinter. Nada decía Tinsa acerca del aumento de viviendas que, como recogía el Banco de España, siguen entrando, de manera imparable, en los balances de las entidades financieras como consecuencia de los impagos de las hipotecas.
Y así un día sí y otro también. Seguramente cuando estén leyendo estas líneas ya habrán tenido ocasión de haberse embaulado algún otro informe o datos estadísticos actualizados que vendrán a intentar arrojar más luz a este enjambre de datos disparatados acerca del mercado inmobiliario.