Madrid. Comentaba esta semana un conocido promotor inmobiliario madrileño de las dificultades para vender una vivienda en estos momentos con las incertidumbres económicas que se suceden. “Así es imposible. Cada fin de semana tenemos algo, que si las elecciones de Italia, que si lo de Chipre, que si en Portugal deben hacer otro rescate”, comentaba. Y, claro, la poca gente que esté pensando comprar una vivienda, y además tenga avales suficientes como para que le den crédito si lo necesita, se lo piensa dos veces, y al final decide esperar.
Y, cuando no pasa algo en algún país, algunos se empeñan en enmendar la plana al Gobierno y a esa estrategia de que lo peor ya ha pasado y que al final de año empezará a crecer la economía española, y todos tan contentos. Si no es el BBVA, es la Comisión Europea, esa tercera ‘pata’ de la troika que soltó los más de 40.000 millones para el saneamiento del sistema financiero, y que, ya se sabe, no lo hizo gratis.
Esta semana ha vuelto a atornillar un poco más. Las reformas y recortes aparejados con las mismas, llevadas a cabo por el Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy, están muy bien, pero quieren más. Y el tema de la vivienda sigue estando en el ojo del huracán, y todo lo relacionado con el sector inmobiliario se sigue mirando con lupa.
Hace ahora casi un año, en otro de esos sesudos informes de la Comisión se reclamaban mayores ajustes en los precios de la vivienda en España para que se pueda absorber el elevado ‘stock’ de viviendas sin vender, y reclamaban la supresión de la desgravación por compra de casa. Pues bien, el Gobierno lo acató, y la desgravación se retiró. Pidieron también aumentar el IVA, y el IVA ya está aumentado.
Ahora vuelven a la carga. Y lo hace en el sentido de que hay que reducir la tasa de desempleo como sea para que las familias puedan pagar las hipotecas. De Perogrullo, pero así es. “Cada vez más y más familias hipotecadas se están viendo afectadas por el desempleo”, alerta el equipo económico de Oli Rehn, que percibe que “la reducción de la renta disponible, el aumento del paro y la caída del precio de la vivienda (un 31% desde su punto más alto), están debilitando la capacidad de estas familias para pagar sus deudas”. Y añade que por todo ello la morosidad ha aumentado y se espera que siga creciendo debido a la recesión.
Por ello, los tecnócratas comunitarios insisten en la necesidad de que los precios de la vivienda se ajusten un poco más. Que bajen más, vamos. Dicen que con una caída adicional, tanto en precios como en inversión, se ayudaría a reducir la brecha existente entre la oferta y la demanda.