A imagen y semejanza de lo que ocurre en América y en algunos países asiáticos, un estudio encabezado por profesores de la Universidad de Oviedo, que acaba de ser publicado en European Planning Studies, alerta de un fenómeno hasta unas décadas desconocido en Europa, como es el de la creciente dispersión de las urbanizaciones. Cada vez más distantes de los núcleos urbanos, con lo que ello lleva consigo de costes a todos los niveles. Y España es un ejemplo evidente.
En el caso de España, los investigadores han utilizado imágenes tomadas por satélite para analizar cómo han ido creciendo las ciudades españolas en los últimos años, para llegar a la conclusión de que nuestro, a nivel urbanístico, se ha dividido entre ciudades muy compactas y otras que alcanzan altos niveles de diseminación, comparables a Estados Unidos o Iberoamérica.
Entre las más dispersas, destaca Lleida; y entre las menos, Madrid, aunque con matices. El fenómeno de la dispersión afecta especialmente áreas metropolitanas policéntricas como los casos de Murcia-Cartagena, Cáceres-Badajoz, La Coruña-Vigo-Santiago y el enclave asturiano que forman Oviedo, Gijón y Avilés.
El estudio ha ido más allá de la mera visualización ortofotográfica para trata de ahondar en las causas que ha producido este fenómeno. Y los investigadores han llegado a la conclusión de que la estructura económica tiene más importancia que los factores geográficos o climáticos a la hora de explicar la dispersión de las ciudades españolas.
Aquellas localidades especializadas en servicios tienden a ser más compactas que las muy industrializadas. Del mismo modo, las ciudades que mantienen un centro muy dinámico, con actividad comercial muy intensa, son las que conservan un crecimiento más compacto.
El fenómeno de la dispersión urbana, muy vinculado en todo el mundo a la generalización en el uso del automóvil, comienza ya a plantear problemas de sostenibilidad económica y medioambiental con importantes consecuencias para la evolución de las ciudades.
Y un ejemplo clarísimo queda demostrado al ver cómo la creación de urbanizaciones con viviendas unifamiliares obliga, a los Ayuntamientos de los que dependen, a dotarlas de servicios públicos como transporte, educación o sanidad para atender las necesidades de los vecinos que habitan en esas viviendas.
Como medida para atajar esta dispersión, el estudio recomienda acometer nuevas medidas de restricción de suelo público, especialmente en áreas costeras.