Valencia. Algunos, en este caso algunas, lo digo por la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, no parecen querer enterarse de por dónde van los tiros, y siguen mirando al horizonte como si nada hubiera pasado. Ahí está su empecinamiento en aprobar un nuevo Plan General de la ciudad que pretende la recalificación de 500 hectáreas donde levantar 25.000 nuevas viviendas.
Bueno, es lógico, es una ciudad que mira hacia el futuro y quiere poner las bases para su crecimiento, pensarán algunos. Sin saber, claro está, que en la capital del Turia ya hay suelo suficiente para más de 25 años. Unas 12.000 viviendas en suelo urbanizable atascadas por la crisis económica y por la gestión municipal y las 4.000 previstas en los Programas de Actuación Integrada (PAI) que el gobierno local ha puesto en marcha.
No son las únicas. Habría que sumar los sectores de gestión directa como Parc Central (casi 7.000 viviendas) los dos PRI de los cuarteles de la calle de San Vicente (casi 2.000 viviendas) y otras actuaciones que previstas por PAI así como otras actuaciones posibles en suelo vacante de zonas degradadas. Total, unas 38.000 viviendas.
Y eso, sin contar con las actuaciones de rehabilitación, el que se supone, según el Plan de Fomento (Pitvi) que será el objetivo prioritario en materia de vivienda en los próximos años. Pues bien, en Valencia, en este capítulo van más que sobrados, con esas más de 90.000 viviendas existentes con una antigüedad superior al medio siglo.
De los 18 sectores urbanizables del vigente plan general de 1988 solo queda por adjudicar el del Grao, pero existen problemas jurídicos y de índole económica, por el parón del sector inmobiliario, en tres de los que sí se aprobaron en su momento: Patraix, Benimaclet y Malilla. Más de 7.000 viviendas que deberían estar ya construidos, pero cuyos terrenos quedaron a medio urbanizar o ni siquiera han visto iniciadas las obras.
Tampoco hay que olvidar los dos sectores urbanizables añadidos con posterioridad a los aprobados en 1988. Sociópolis en La Torre, prácticamente paralizado con apenas un 20% construido de las casi 3.000 viviendas previstas, y la recalificación del sector urbano para la Ciudad del Transporte. Primero, proyectado para pistas de esquí artificiales, a imagen y semejanza del complejo Xanadú en la localidad madrileña de Arroyomolinos, y ahora como un centro comercial más.
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