Superar un concurso de acreedores no resulta fácil. Dejar de estar bajo la tutela judicial tras ser aprobado el convenio de acreedores lo suelen conseguir algunas empresas más de las que luego, finalmente, son capaces de cumplir con el plan de pagos y salir adelante como antes de entrar en concurso, sin que las deudas financieras supongan una rémora que impida llevar a cabo una actividad empresarial normal,
En la mayoría de las ocasiones, la entrada en concurso resulta inevitable por lo tardía que resulta la decisión de solicitar acogerse a la Ley Concursal. Algunos, muchos, piensan que lo mejor, cuando no queda otra solución, es refinanciar deudas hasta que no se pueda más.
Es una solución envenenada porque, como muchas empresas han podido comprobar, si, después de refinanciar, las cosas siguen igual, con ventas que disminuyen, el resultado es que no se pueden afrontar ni las deudas anteriores ni las asumidas por ese acuerdo de refinanciación. Sirve para evitar el concurso inicialmente, pero no para sacar adelante a la empresa.
Ya metidos de lleno en el concurso, los activos con los que cuenta la empresa y su capacidad real para seguir generando ingresos se convierten en las principales bazas para que los acreedores accedan a adherirse al convenio de acreedores que, de aprobarse finalmente por parte del juez, se convertiría en un paso fundamental para volver a recuperar una situación de normalidad.
Desde hace año y medio, en ese proceso por intentar lograr el máximo de acreedores adheridos a las propuestas de convenio muchas empresas se han topado con la Sareb, que, salvo contadas excepciones –relacionadas con su posición como principal acreedor y en cuantía considerable–, suele acudir a las juntas de acreedores para votar en contra de la propuesta de la empresas.
Constructora de Obras Municipales (Comsa), la empresa riojana dirigida por Segundo Ruiz, ha sufrido esta estrategia de Sareb en sus propias carnes. El banco malo fue el único acreedor que votó en contra por su crédito ordinario reconocido por un importe de 1,87 millones de euros.
En este caso, el tiro le salió a Sareb por la culata. El resto de acreedores, entre ellos entidades financieras como Santander, BBVA, Bankia o Sabadell, votaron a favor. Solo Schindler se abstuvo.
A las vista de lo reflejado en el acta de la junta de acreedores, donde se recogía que las adhesiones de los créditos ordinarios era del 64,85% del total del pasivo ordinario, el juez ratificaba la aprobación de la propuesta de convenio. En la votación, la alternativa B presentada por Comsa obtuvo el 55,67% de las adhesiones, mientras que el 9,17% restante se decantó por la alternativa A.