Madrid. Los bancos europeos, sobre todo los españoles y británicos por su mayor exposición al mercado inmobiliario, no acaban de soltar el lastre que supone tener en sus balances activos fallidos que dejaron de pagar empresas y particulares.
A pesar de las mil y una operaciones anunciadas por las entidades, las negociaciones con los fondos interesados en hacer negocio con la compra de estos paquetes no han llegado en muchos casos a cuajar por una cuestión de precio. Esos fondos presionan al máximo para conseguir la mayor rebaja posible, y los bancos, sabedores de que ya están provisionados en su totalidad, en la mayoría de los casos, tampoco pretenden asumir excesivas pérdidas adicionales.
Las estimaciones apuntan a que el valor de estos activos fallidos en manos de los bancos supera los 1,5 billones de euros, según estudio de la consultora KPMG. De ellos, más de 600.000 millones en España, Reino Unido e Irlanda. Una de las razones de que esta práctica paralización del mercado de carteras de préstamos se relaciona directamente con las sendas operaciones de liquidez, de más de un billón de euros financiados a largo plazo, inyectadas por el Banco Central Europeo (BCE) en diciembre y febrero pasados.
En relación al tipo de préstamos que se ven afectados, se observan retrasos en las ventas de grandes carteras de créditos hipotecarios para vivienda con vencimiento a largo plazo y préstamos para la financiación de proyectos que no suponen necesariamente muchas pérdidas para los bancos.
No obstante, sí existe más movimiento en los lotes de activos no rentables y problemáticos, más caros en capital y cuya depreciación sí supone un motivo de preocupación para las entidades. A corto y medio plazo, la venta de carteras fallidas de créditos ligadas a contratos de tipo ‘forward flow’ se vislumbran como las operaciones más habituales.
Como nuevos participantes en este negocio, han entrado una serie de nuevas entidades en los mercados de compra de deuda, especialmente grandes bancos y fondos estadounidenses que buscan oportunidades de adquisición en Europa, particularmente en el ámbito de inmuebles comerciales y créditos fallidos. También se está apreciando cómo fondos de pensión, compañías aseguradoras y otros inversores a largo plazo empiezan a interesarse por comprar carteras de créditos rentables.