Cada vez que el Gobierno hace públicas las estadísticas del empleo en España, se acentúan todavía más las dudas sobre quién diablos se va a embarcar en la compra de una vivienda en España.
Ningún banco va a dar un crédito a ese millón de trabajadores flotantes –al margen de los cuatro millones de esa población activa que lleva tiempo desempleada– que, sí, trabaja, pero lo hace un mes sí y otros dos no, y lo hace cobrando un 30% menos de lo que percibe, en el mismo puesto, un trabajador con contrato indefinido. Actualmente en España, más del 90% de los contratos que se firman son temporales, y de estos la mitad con una duración inferior a un mes.
Por mucho que los bancos y la Sareb se esfuercen en vender los pisos amontonados en sus balances, será muy difícil lograrlo con este sistema precario de relaciones laborales. De ahí que las estadísticas de compraventas dejen muy a las claras las dificultades para recuperar el mercado inmobiliario, con ese margen de entre 20.000 y 25.000 viviendas compradas cada mes. Ya no es que las entidades se planteen dar o no financiación para la compra, sino que directamente cada vez serán menos los que lo intenten.
Si a las aproximadamente 250.000 viviendas que se van a vender en 2013 en España, le quitamos las adquiridas por las propias entidades financieras, las compradas por fondos extranjeros o por inversores españoles, se podrá apreciar cómo el porcentaje de la adquisición típica, la de una pareja, con o sin hijos, que busca su primera vivienda resulta cada vez menor.
Así que o cambia el mercado laboral y los trabajadores tienen un horizonte más despejado, no limitado a esos treinta días que como mucho trabajan los 500.000 nuevos contratados cada mes, o la compra de una vivienda, como el contrato indefinido, lleva camino de convertirse en una especie en peligro de extinción.
Y, además, todo hace indicar que el alquiler será la tipología que se imponga en los próximos años. Es la carta a la que se están aferrando la mayoría de los que, desde fuera o desde dentro de España, están invirtiendo en estos momentos en el mercado inmobiliario.
Como no va a ver dinero para comprar y la gente tiene que vivir en algún lado, ahí estarán posicionados los grandes fondos e inversores para facilitar a la inmensa mayoría de la población un alquiler con una renta aproximada del 40% de su salario. ¿Apocaliptico el tema? Quizá, pero en la práctica se trata de una casuística que ya se está dando en amplias capas de la población.