La reciente junta de acreedores de una inmobiliaria ha vuelto a poner sobre la mesa la doble vara de medir que utiliza el banco malo, la Sareb, a la hora de votar a favor o en contra del convenio de acreedores de una empresa concursada. En esta ocasión, ha sido la inmobiliaria catalana Restaura la que llegaba a esta situación sin saber qué iba a pasar.
Y salió bien parada. Sareb, como el resto de acreedores, aceptó perder el 80% de la deuda y cobrar el 20% restante dentro de cinco años, a pesar de que solo recuperaran 25 de los 118 millones de la deuda común.
En otros casos, como sucedió hace unas semanas cuando se aprobó el convenio de Comsa, la empresa riojana presidida por Segundo Ruiz, el banco malo fue el único acreedor que votó en contra de la propuesta de convenio, con una deuda ordinaria de 1,8 millones de euros, muy inferior a la que tiene en Restaura.
La viabilidad de la propuesta de Restaura venía avalada por la auditora Deloitte y por la propia administración concursal. Buena parte de la decisión de Sareb dependía de cómo quedaría el desarrollo del proyecto de edificio situado en la Puerta del Sol, 9, en Madrid.
Sobre el citado inmueble, Restaura tiene ofrecida la constitución de una garantía hipotecaria a la Agencia Tributaria, en seguridad del pago del crédito calificado como de privilegio especial, y que asciende a siete millones de euros. Este edificio, valorado en unos 35 millones de euros, tiene hoy cuatro inquilinos: el restaurante Casa Labra, los recreativos City Bell, una pequeña cafetería y la consulta de un odontólogo.
El enfrentamiento viene de largo. En noviembre de 2012, antes de NCG Banco transfiriera este activo a Sareb, los administradores concursales y los representantes legales de la empresa catalana firmaron un convenio específico con Barclays para cancelar un segundo préstamo que existía sobre el edificio emblemático.
La entidad inglesa aceptaba una quita del 30% de la operación (2,5 millones de euros), a cambio de que Restaura desembolsara 1,5 millones de euros antes de finales de 2012. La empresa se comprometió a pagar otros 1,5 millones de euros en diciembre de este año y los 2,9 millones restantes antes de que termine 2014. Pero, NGC Banco impugnó el acuerdo.
A partir de este momento, todo han sido trabas para Restaura, llegándose a impugnar la división horizontal del inmueble que se realizó en el marco del concurso de acreedores, un documento aprobado por el magistrado que tutela el caso. Y con la llegada de la Sareb, la tensión se mantuvo.
En los meses previos a la celebración de la junta de acreedores, Restaura ha alcanzado diversos acuerdos de adjudicación en pago con distintos acreedores privilegiados evitando por dicha vía un incremento del monto de créditos ordinarios.
Al final, parte de las filiales seguirán la misma vía de solución decidida para la matriz, y sobre otras sociedades ya se han realizado algunos acuerdos de dación en pago, todos ellos refrendados por Sareb, el acreedor con más peso.