Hasta aquí ha llegado la inmobiliaria catalana, presidida por el madrileño Carlos Fernández, tras seis años de deambular por el alambre, con solicitudes de concurso y salidas en falso de las mismas.
Ahora, ya no hay marcha atrás. El juzgado mercantil número cinco de Barcelona ha desestimado el recurso presentado por la defensa de Carlos Fernández en contra del auto de liquidación, por lo que el pasivo cercano a los 300 millones de euros no deja otro camino.
En el auto, el magistrado ha estimado que la situación de la firma era insalvable, ya que, de hecho, la misma defensa que había presentado el recurso contra la liquidación abandonó a su cliente después de comprobar la carencia absoluta de fondos para efectuar estudios, gestiones y proyectos necesarios para el buen fin del concurso. También señalaban la poca voluntad de Fernández en mantener una línea de actuación lógica.
El recurso, contra todas las evidencias, aseguraba que la compañía seguía en marcha y estaba a punto de cerrar proyectos con algunos clientes. No obstante, sus últimas ventas se produjeron en 2010 y se trata de cancelaciones de deuda con la banca a cambio de activos inmobiliarios.
Fergo Aisa había entrado definitivamente en concurso de acreedores el verano pasado, y en su caída se había llevado por delante a varias de sus filiales que habían ejercido de avalistas de la matriz, como Interlinaken y Gazkue.
Queda ahora por resolver el recurso presentado por el embargo de la cúpula de los miembros del consejo de administración, por un total de 116 millones de euros, la mitad sobre Carlos Fernández.
La compañía llevaba prácticamente desde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria al borde del concurso de acreedores. Ya entre 2008 y 2009 Aisa estuvo meses suspendida en Bolsa por la solicitud de concurso de un acreedor, la aseguradora Asefa. En 2010, después de la fusión con Fergo, Catalunya Caixa solicitó el concurso del grupo, pero en septiembre retiró su demanda.
Fergo Aisa trató de fusionarse después con la constructora Bruesa, pero la operación no fue posible. Bajo la presidencia de Carlos Fernández, la promotora ha tratado de desvincularse del negocio inmobiliario y se ha centrado en lograr obras de construcción en Irak, Abu Dabi y Colombia. Todo fue en vano. Al final, ninguno de los contratos anunciados llegó a buen término.