Madrid. Aventuro que el lector conoce al dios romano Jano pero por si acaso le anoto que se le tiene como un dios de dos caras que siempre miran en direcciones contrapuestas. En una nota leída en una página de internet encontramos que: “Jano es el dios de los cambios y las transiciones, de los momentos en los que se traspasa el umbral que separa el pasado y el futuro. Su protección, por tanto, se extiende hacia aquellos que desean variar el orden de las cosas. Este era el dios protector de las puertas y de los comienzos en Roma, a quien se le representaba con dos caras, con una vara y una llave.” Se le tiene también como al dios que inventó el dinero.
Dos noticias publicadas en el día de hoy me han recordado a Jano, a sus miradas opuestas y a la transición caótica que estamos viviendo.
En la primera “El catedrático de Economía de Esade, Xavier MENA, ha defendido la necesidad de que en España se cree un «banco malo» que absorba los activos de mayor riesgo de las entidades financieras, lo que, a su juicio, permitiría que una parte del sector financiero se recuperara y fluyera más el crédito.”
En la segunda “El ex presidente de Endesa, ex diputado del PP y actual socio de Baker&McKenzie en Madrid, Manuel Pizarro, ha reclamado que se produzca «ejemplaridad» y que los causantes de la actual crisis financiera mundial por su mala gestión al frente de las entidades de crédito abandonen sus puestos.”
Como puede entenderse las dos miradas son completamente opuestas. En la primera la solución a la crisis pasa porque el “banco malo” se queda con los problemas, al liberarse, los actuales bancos con problemas, de estos. Consecuentemente el banco malo, el receptor de los problemas, seguirá a flote con dinero público intentando liquidar cuando se pueda y al precio que sea posible, los inmuebles infectados. Mientras tanto los bancos liberados podrán seguir con su tarea, distribuir la liquidez y generar beneficios. Que sea el sector público –esto es, todos nosotros- los que tengan que pagar las ineficiencias de otros, no inquieta a los promotores de esta idea.
En la segunda visión se insiste en que la actual situación ha tenido gestores muy diferentes y localizados que han llevado a sus empresas de crédito a situaciones muy distintas. Y que no se puede olvidar las responsabilidades de su gestión ni adoptar soluciones que traten por igual “a justos y a pecadores”. Y se dan soluciones que inevitablemente pasan por la corrección legal de los ineficientes.
Son dos pues las miradas que sobre el grave problema que nos ocupa pueden obtenerse. Volveremos sobre las mismas en otros artículos dónde cada una de ellas serán expuestas por separado, con más detalle.
Pero en cuanto a lo que pueda pasar finalmente mucho nos tememos que la segunda visión arranca ya como perdedora, sin que esto quiera decir que la primera sea la que finalmente se implemente.
Desafortunadamente, la edad Dorada, aquélla en la que los dioses escuchaban a los hombres, ha desaparecido y no hay poder divino que pueda llegar en nuestro auxilio. La Banca – y no sólo la Inmobanca, la Reina Roja Inmobiliaria- llegará a dónde llegue y emergerá de esta crisis como sea, pero el Dios de la Vara y de la llave, Jano, seguirá mirando hacia el otro lado y ninguno de los culpables será castigado –algunos incluso habrán sido premiados con bonus extraordinarios como dice Pizarro- y los hombres de a pié –nosotros- pagarán los excesos, propios y ajenos, con el sudor de su frente y de sus hipotecas.