Viviendas tuteladas, viviendas comunitarias o compartidas, viviendas intergeneracionales. Múltiples alternativas a la residencia geriátrica a las que se une ahora en España un nuevo concepto, extendido en muchos países desde hace décadas, el conocido como “Senior Cohousing”.
Se basa en que las personas que van a vivir son las que diseñan su propia vivienda, así como el conjunto del recinto, pensado para facilitar la vida social, en la que se favorezca la comunicación y la ayuda mutua, creando relaciones cercanas entre los vecinos.
Los servicios y espacios comunes también son gestionados por los propios vecinos, tomando las decisiones de forma democrática, permitiendo vivir en ellas a cualquier persona, independientemente del nivel de dependencia.
Cada persona mantiene su independencia económica, participando en los gastos comunes, según el acuerdo al que lleguen. Cada complejo asigna a un profesional, quien les aconseja sobre distintas posibilidades y soluciones ante las situaciones que vayan surgiendo.
Nació en Dinamarca en los años sesenta, en los ochenta se extendió por Estados Unidos y Canadá, y ahora por fin llega a España. En la localidad madrileña de Torremocha del Jarama una cooperativa ha desarrollado un proyecto pionero, la vivienda colaborativa, diseñada específicamente para este fin.
La construcción protege la intimidad individual con espacios propios al mismo tiempo que desarrolla espacios comunes que promueven la integración de todos los vecinos en proyectos conjuntos. Entre las características de estas viviendas están la relativamente alta densidad de vivienda, y que los equipamientos comunes tienen como objetivo el fortalecer la interacción social.
Algunos rasgos son comunes al “nuevo urbanismo”, pero su acción va más allá de la construcción física de la comunidad según códigos preestablecidos; con actividades que involucran la actividad de cada vecino.
La de Torremocha, a 60 kilómetros al norte de Madrid, es una cooperativa de viviendas creada y autogestionada por un grupo de 90 personas mayores, en su mayoría provenientes del barrio madrileño de Vallecas, a los que lo del ‘cohousing’ les sonaba a chino y que, ahora, una década después de iniciar los primero pasos se ha convertido en toda una realidad.
Además de la cooperativa de Torremocha, en España hay numerosas iniciativas similares, desde las que optan por el modelo Andel, como las de Sostre Civic en Cataluña, hasta las más espontáneas en regímenes de okupación rural, como en el pirineo navarro; u otras mixtas como las promovidas por las Cooperativas Integrales.
A nivel privado, autopromovido, hay numerosas experiencias en la cornisa cantábrica, desde los de Housekideak, Auzolan, Etxekoop y de Hondartzan en Euskadi, los de Alendar en Cantabria o los de las Merindades burgalesas; hasta otros conceptos más amplios de la red de ecoaldeas, especialmente en Extremadura.