Madrid. Todo el mundo tiene la vista puesta en la Sareb, tanto dentro como fuera del sector inmobiliario. De su actividad va a depender, en buena medida, poner las bases para la salida de la crisis.
No tanto para relanzar las actuaciones en materia residencial, que, haga lo que haga el banco malo, van a seguir un mínimo de dos años prácticamente paralizadas, hasta que el excedente existente se recorte considerablemente, pero sí para atraer a esos inversores, nacionales y foráneos, que, sabedores de los atractivos precios, están dispuestos a comprar de manera inmediata en cuanto se aclare un poco el panorama.
Además de que la Sareb aclare el tema con su política de ventas, también están esperando esos inversores que las administraciones públicas acepten, de una vez por todas las rebajas que ha impuesto el mercado, y aumenten de manera exponencial las actuaciones de racionalización de activos. Además, no les va a quedar otra cuando muchas de ellas, a mediados de año, vean cómo no tienen suficiente liquidez para afrontar gastos recurrentes.
Solo con un proceso de racionalización de seis inmuebles públicos localizados en el eje del paseo de la Castellana, en Madrid, se podría generar una inversión de 300 millones de euros y crear unos 6.500 empleos.
Habrá que ver también la estrategia que siguen, en este proceso de desinversión de activos, los bancos sanos, que, a la vista de sus balances, además de numerosas viviendas, han aumentado de forma considerable los lotes de activos como edificios de oficinas, hoteles, centros comerciales o naves industriales. En función de las provisiones aportadas por estos activos existirán más o menos reticencias a la hora de aceptar una buena oferta por ellos.
En el caso de los hoteles, existen muchos establecimientos en las carteras de las entidades financieras cuya desinversión podría hacerse a un precio muy reducido debido a las obras de rehabilitación que son necesarias acometer para ponerlas en valor por parte de sus compradores.