Madrid. No pasa un día sin que a las entidades financieras españolas les hagan las cuentas. Desde todos los ámbitos. Organizaciones como el FMI, el Banco Mundial o la OCDE, agencias de calificación, y otros bancos privados, como el suizo UBS, llevan varios días en esa estrategia.
En un informe publicado el pasado viernes, UBS determinaba que la toxicidad de los activos inmobiliarios en manos de bancos y cajas de ahorros va a requerir de entre 70.000 y 120.000 millones de euros, cantidad que se sumaría, en los dos próximos años, a vencimientos de deuda por un importe cercano a los 200.000 millones, según el cómputo realizado por Bloomberg. Total, que necesitan liquidez por 300.000 millones en la actual situación compleja que sigue dominando los mercados internacionales de capital.
Los Mercados llevan un mes cerrados, tras la crisis irlandesa, a la emisión de bonos por parte de las entidades bancarias, con lo que sólo el respaldo del Banco Central Europeo (BCE) se antoja como la única vía para obtener liquidez, y todavía más después de que su presidente, el francés Jean Claude Trichet, asegurara hace unos días que habría barra libre para obtener fondos hasta finales de junio de 2011.
Según datos del Banco de España, el BCE tiene prestados 68.000 millones de euros a octubre, casi la mitad de los que se registraban el pasado mes de julio tras efectuar importantes reintegros.
No obstante, algunos analistas, como UBS, consideran que, en la medida de lo posible, la banca española debería tratar de modificar sus cauces de financiación, alejándose del BCE o el interbancario para ir hacia mecanismos más a largo plazo, en forma de depósitos.