Madrid. Son cientos, por no decir miles, los locales comerciales que están echando el cierre. Es cierto, pero al buen tiempo buena cara. Ante esta eventualidad, algunos propietarios de estos espacios están viendo en el alquiler, por horas, semanas o meses, una solución para cubrir los gastos fiscales y de mantenimiento que, en algún caso, y en función de la ubicación y el tamaño de local pueden llegar a ser cuantiosos. Se conocen como ‘pop-ups’, rememorando esas ventanas de la Red.
En Madrid ya hay empresas dedicadas a la gestión de estos espacios con fecha de caducidad, que tienen la ventaja de que el propietario no tiene que andar quitando y poniendo el cartel de disponibilidad del local, ni tiene que quitarlo, si es el caso, de los principales portales inmobiliarios Internet. Si alguien se interesa por ellos mientras está alquilado de forma temporal, basta con comentar la eventualidad al interesado y ver si éste sigue mostrando interés para cerrar la operación unos días o semanas después.
Algunos van más allá y, ante la reducción de su negocio en el local que ocupan, lo que están ofreciendo es ofrecer el espacio sobrante a otro empresario o particular que, por un precio no excesivamente alto –en todo caso, más reducido que si arrendara un local en exclusiva, no tiene reparo alguno en compartir el mismo techo, separado o no, por un tabique, biombo o lo que se tercie.
De momento, esta estrategia de crisis no se está dando en locales situados en las principales vías comerciales. No tanto por la necesidad, que la hay, como por la pérdida de imagen de la marca. Pero sí está creciendo de manera exponencial en otros locales no tan expuestos al gran público, en vías céntricas, sí, pero no en primera línea. Muchas de estas tiendas con fechas de caducidad suelen ser alquiladas para el lanzamiento de algún producto o la celebración de cualquier evento con ‘catering’ incluido. Ni que decir tiene que a mejor ubicación mayor precio.
Las empresas que más se están decantando por estas tiendas efímeras pertenecen a sectores como la moda o la restauración, con un tipo de cliente que va desde jóvenes emprendedores a grandes empresas que los alquilan para deshacerse de sus excedentes.